Una vez más acudió al cementerio.
Esta vez habÃa sido Paco quien, a sus
setentaicinco años habÃa, dejado este mundo. Ya solo quedaba él de la vieja
cuadrilla y se preguntaba quien acudirÃa a su entierro. Para sorpresa de muchos
a eso temÃa: a la soledad y no a la muerte. Pues un hombre muere tantas veces
como pierde a uno de los suyos.