Si no vas a hacer algo inteligente, entonces haz lo correcto
El despacho estaba decorado de forma lujosa, al igual que el
resto de la mansión. Con el suelo de madero cubierta por una gran alfombra roja
y tres de las paredes de madera oscura estaban decoradas con cuadros e incluso
alguna pequeña escultura de metal
moderna sobre una ostentosa mesita.
La cuarta pared, aquella que estaba tras el enorme
escritorio de roble envejecido, estaba cubierta tanto horizontalmente como
verticalmente por una enorme estarÃa atestada de libros algún que otro trofeo
de golf e incluso una placa conmemorativa por la labor en inversiones del dueño
de la mansión.
-¿Cómo que lo hemos perdido todo?- Preguntó el hombre de
unos cuarenta años, con tono nervioso al rostro que aparecÃa en la pantalla de
su portátil.
Vestido con un
chándal que habÃa visto tiempos mejores y que ahora solo usaba para andar por
casa, tenÃa un cuerpo regordete que se acentuaba en sus mejillas redondas y
brillantes por el sudor que caÃa de su frente.
-Al parecer ha habido un repunte de la crisis económica y un
par de empresas grandes echan el cierre llevándose por delante un montón de
pequeñas por su infraestructura- le respondió su interlocutor que parecÃa tener
la misma edad y estaba claramente igual de nervioso-. No tengo los detalles… La cuestión
es que Martin dice que nos hemos quedado sin el noventa por ciento del capital
del banco. Estamos jodidos Bernard.
-¿Qué podemos hacer?- Le pregunto este masajeándose los lados de la frente.
-Pues lo más inteligente- el respondió el otro con ton
exasperado-. Buscar un cabeza de turco sacar dinero de nuestras cuantas no
oficiales y sobornar a quien haga falta para poder librarnos, jubilarnos del
banco y largarnos donde nadie sepa pronunciar bien nuestro nombre durante unos
años…
Bernard se mordió su carnoso labio inferior nervioso
mientras pensaba:
-No podemos hacer eso Eric- Declaró al fin.
-¿Entonces que cojones quieres hacer?- Le preguntó el otro
mientras u cara se teñÃa de rojo.
- Si no vas a hacer algo inteligente, entonces haz lo
correcto- Declaró Bernard solemne recordando algo que habÃa escuchado muchos
años atrás cuando aún se creÃa que el mundo tenia valores-. Tenemos que ayudar
a la gente y cargar con la culpa.
-Idiota- se limitó a responderle su interlocutor, antes de
guardar silencio unos segundos y añadir: -La filosofÃa barata nos costara
nuestro culo en la cárcel, tu haz lo que quieras pero en realidad hemos estado
jugando con dinero que no era nuestro y enriqueciéndonos a costa de otros, asÃ
que por mi parte creo que mi fortuna y un mundo capitalista me permiten estar por
encima de “lo correcto”. Asà que voy a intentar hacer lo inteligente.
Se inclinó y la llamada se cortó.
Bernard observó la pantalla en silencio durante varios
minutos mientras se repetÃa la frase una y otra vez como un mantra: Si no vas a
hacer algo inteligente, entonces haz lo correcto, si no vas a hacer algo
inteligente, entonces haz lo correcto.
Pero con cada nueva repetición esta perdÃa fuerza y
comenzaba a pensar que quizás Eric tuviera razón.
Esa frase, cuyo origen no pida encontrar en su cerebro,
pertenecÃa a otro tiempo o quizás deberÃa decir que a otros hombres. Con una
sonrisa pensó que serÃa algo que le pegarÃa a un héroe de una serie o de una
pelÃcula.
A alguien que realmente no estuviese por encima “de lo
correcto” y pudiese tomar la senda inteligente a voluntad.
No a un banquero conde cuarenta y tres años con varios kilos
de más que no vivÃa en un mundo donde se creÃa que el significado de: Lo
correcto, probablemente valÃa menos que la última chucherÃa que una empresa de
tecnologÃa ponÃa a la venta.
Un mundo donde en realidad todos le odiarÃan por seguir el
plan de Eric. Aunque en el fondo le entenderÃan porque todos harÃan lo mismo si
tuvieran la oportunidad…
Cogió su móvil y marco el número de Eric para decirle:
-Olvida lo que te he dicho, hablemos de hacer lo
inteligente…