Guerra de Frases 6

19:45



Saluda a cada nuevo día con una sonrisa, así no sospechara lo que pretendes hacerle:


Nadie tiene buen aspecto recién levantado… Nadie.

Por eso cada día cuando me miro en el espejo redondo de mi cuarto de baño me pregunto por qué todo el mundo se empeña en empezar sus rutinas delante de una cosa que nos obliga a vernos en uno de nuestros momentos más bajos que invita a preguntarnos que estamos haciendo con nuestra vida…

Con un gruñido aparté los ojos de aquel tipo de treinta y pocos años, con los ojos ligeramente enrojecidos e hinchados y barba de tres días para lavarme la cara y afeitarme. A continuación pasé por la ducha y me vestí con mi traje negro de tres piezas y camisa blanca asegurándome de que la corbata tuviese un nudo perfecto tal y como mandaban las normas de la empresa.

Hoy era un día importante y debía estar impecable.

Cuando estuve satisfecho con el resultado de mis esfuerzos, procedí a ponerme los zapatos, desayunar y tomar la mochila que había dejado junto a la puerta y salí de casa hacia el punto de encuentro en la esquina donde mi calle se unía a una avenida más grande.

No tuve que esperar más que cinco minutos hasta que un enorme todo terreno negro se detuvo delante de mí.

La puerta del maletero se abrió y puse mi mochila junto a otras dos y luego ocupe la parte derecha del asiento trasero saludando a Tomas y Cris:

-¿Todo bien?- Me preguntó el pelirrojo Tomas desde el asiento del conductor poniendo el vehículo en movimiento en cuanto en acomode.

-Si claro.-Respondí mirando como sus pequeñas manos de piel pálida parecían crisparse sobre el volante.- Por fin han reparado las fugas de los desagües de mi edificio y ya no apesta. Lo que puedo afirmar sin lugar a dudas lo mejor que me ha pasado desde que empezó el año.

Mis dos compañeros se rieron ante mi respuesta como habían hecho durante el último mes cada vez que les mencionaba ese tema.

No me pasó por alto que la de Tomas era ligeramente forzada, una vez más los nervios le traicionaban antes de un trabajo y sobretodo aquel día que había que realizar un trabajo doble…

Por otro lado la risa de Cris era atronadora y enérgica, un reflejo de su cuerpo de casi dos metros y musculado que casi parecía encajonado en el asiento del copiloto a pesar de lo ancho que era vehículo:

-Bueno- me comentó esté ladeando al cabeza para mirarme -. Por lo menos tienes un motivo para volver a casa hoy y disfrutar de tu maravillosa vida sin olor a meirda…-Él se rio durante unos segundos por aquella “broma”, pero al ver que ni yo ni Tomas lo acompañábamos dejó de hacerlo y un silencio pesado cayó en el coche.

Siempre he pensado que para dedicarnos a lo que nos dedicábamos los tres debíamos tener una mente especial, una que funcionase de forma distinta a la del resto y percibiese el mundo de forma distinta a la delos demás.

Pero el bueno de Cris con inoportuno sentido del humor y su cara bobalicona incluso cuando estaba serio como en ese momento parecía más “especial” que cualquier otro en la empresa, aunque no sería yo quien se lo dijese...

No quería terminar sangrando por varios orificios solo pro criticar su poco tacto y habilidad para los chistes.

En ese momento el coche se detuvo frente a otro edificio de apartamentos de la ciudad y tuve que replantearme mis últimos pensamientos sobre quien tenía la mente más “especial” en nuestro trabajo.

Un tipo vestido como los demás y una enorme sonrisa en su cara de mandíbula cuadrada y pelo castaño recogido en una coleta nos miró y avanzo rápidamente para dejar su propia mochila en el maletero y luego entro dando un portazo al otro lado del asiento trasero:

-¡Buenos días caballeros!- Exclamó alegremente mientras nos poníamos de nuevo en marcha.- ¿Por qué estáis tan serios amigos míos? ¡Sonreíd! Como siempre digo: ¡Saluda a cada nuevo día con una sonrisa, así no sospechara lo que pretendes hacerle!

Yo respondí a sus palabras con una sonrisa educada y un asentimiento a su filosofía de vida mientras él soltaba otra carcajada después de decir eso y continuo parloteando sin sentido sobre lo que iba viendo por la ventanilla y le pasaba por la cabeza.

Teo era un tipo especial.

Realmente especial.

La única manera que se me ocurre para describir su mente es compararla su mente es compararla el mar: En ocasiones estaba en calma como en ese momento  y parecía amistosa pero de pronto se transformaba en ser un ser furioso y peligroso con olas que parecen devorar la tierra. Y pesé a que en la superficie puede  parecer hermosa en lo hondo de la misma siempre hay una oscuridad llena de cosas peligrosas y llenas de tentáculos que son una discordancia en la obra de cualquier dios en sus cabales  y que era mejor no conocer…

De esta forma continuamos avanzando pro la ciudad hasta que el coche llegó a nuestro destino: un callejón escondido lejos de las calles más concurridas. Los cuatro nos bajamos y acudimos a la parte trasera para tomar nuestras máscaras y herramientas de trabajo de las bolsas.

Tomas seguía nervioso y hacia un esfuerzo evidente para ignorar a Teo que ene se momento se estaba metiendo con Cris, el cual trataba de sonreír y capear sus chistes mientras se preparaba y reunía todas sus capacidades para el trabajo:

-¿Todos sabeis lo que teneis que hacer?- Nos preguntó Tomas serio cerrando el maletero.

Todos asentimos, Teo como siempre añadió una maldición y una risita a su gesto de conformidad y nos pusimos en marcha.

El asalto fue rápido y todo lo limpio que podía ser asaltar un bar de coreanos en el barrio chino a plena luz del día.

En menos de diez minutos todos los orientales estaban muertos en el suelo por las balas de nuestras armas y antes de que pudieran devolvernos algunos disparos con poca precisión.

Tomas fue a la despensa y volvió con la maleta que habíamos ido a buscar:

-Buen trabajo tíos- comentó Teo desde atrás de s mascara blanca y sin rasgos-. Sera mejor que nos larguemos…

La detonación de mi arma ahogo sus últimas palabras mientras le disparaba entre los ojos.
Su cuerpo se cayó hacia atrás muerto en el suelo:

-Bueno misión cumplida- comentó Tomas-. Un maletín recuperado y un imbécil muerto.

-Vámonos de aquí- respondí.

Los tres nos marchamos rápidamente sin mirar atrás.

Un bar lleno de muerte no era algo nos mereciese más de un pensamiento una vez que habíamos terminado con nuestro trabajo. De hecho al mirar al retrovisor vi que Tomas me sonreía y yo me descubrí devolviéndole el gesto mientras Cris tarareaba una canción popular ahora que ya habíamos acabado.

Realmente teníamos una mente especial.



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